El segundo día de la escuela de fortalecimiento de Mercados Campesinos fue dedicado a la política agraria. “La crisis la pagamos nosotros y los ricos se favorecen”, afirmó Jairo Rubio. Destacó que en la agricultura hay una tendencia capitalista que se refleja, entre otros, en la negociación de la comida por transnacionales. Según el dirigente campesino, el desarrollo económico implica la expulsión de los campesinos y la creciente militarización aumenta la pérdida de identidad del campesinado. “En Colombia, no ha habido una reforma agraria real en los últimos años: ningún protocolo, ningún pacto ha logrado proteger los derechos de los y las campesinas”.
La discusión que se abrió después de la ponencia giró entorno de formular el mensaje político que los campesinos quieren llevar a la ciudad. “Somos un pueblo desesperado después de vivir 50 años en guerra. No podemos seguir desangrándonos”, dijo alguien. “A pesar que nos califiquen de terroristas, tenemos que salir a manifestaciones para luchar por un sistema y un modelo de desarrollo más justo. Somos la columna vertebral de la economía nacional, por eso tenemos que lograr una relación justa entre el campo y la ciudad”, fue otra voz.
“Hace falta reescribir la historia. Siempre ha sido escrita por ganadores, por eso es una historia ajustada”, dijo Carlos Ancizar Rico. Analizó que son las personas que tienen el capital que convierten el conocimiento de los y las campesinas en tecnología – y que esa no se devuelve al campesinado. “51 por ciento del capital mundial es manejado por 30 transnacionales. Lo primero que se globalizó, fueron los alimentos”, explicó. También mencionó que llegó el tiempo de construir una nueva mentalidad, nuevos valores. “En muchas familias existe la regla que el que trae la comida, manda. Hay que salir de ese modelo de explotación y aterrizar en la realidad para cambiar la sociedad y el modelo de desarrollo”.
Aleyda Barreto, abogada y campesina, presentó el proyecto de ley que reglamenta y modifica artículos de la Constitución Política y del Código Civil. La llamó revolucionaria porque, entre otros, exige la distribución democrática de la tierra y en consecuencia la equidad social entre la población urbana y rural. “Ser campesina y campesino es una identidad, no una profesión”, subrayó al terminar su ponencia. Los campesinos acordaron que es necesario reunir todos los esfuerzos para que el proyecto de ley se convierta en ley real.
Efraín Villamil, del Comité de Interlocución Campesino y Comunal (CICC), centró su ponencia en el reconocimiento político del campesinado y en el reconocimiento del trabajo de las mujeres campesinas, indígenas y afrodescendientes, y propagó que solamente existe una salida negociada del conflicto en el conjunto de la sociedad, los grupos armados y el gobierno. Con las palabras “Mercados Campesinos no son la solución definitiva para la situación alimentaria”, el miembro del CICC hizo el vínculo con el Mandato Agrario e invitó a los y las campesinas a organizarse en ocho grupos para analizar en un taller los capítulos del Mandato.
“El campesino es individualista pero tiene que organizarse para tener incidencia política; hay un potencial muy grande en el campo. Hemos abandonado nuestros conocimientos para adaptar otras herramientas; tenemos que establecer un modelo de sostenibilidad de la producción agropecuaria para ser competitivos, vivir en el campo tiene que ser rentable; hay que fortalecer los CICC y la unidad entre los campesinos e intensificar el diálogo con los alcaldes y concejales”, fueron sus planteamientos en la siguiente presentación.
Un encuentro agradable donde se compartió, se debatió y se propuso;esperamos como estudiantes universitarios afianzar lazos de unidad entre el movimiento campesino y el estudiantil, con el animo de fortalecer la lucha social en el país.
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